El delantero de Tigre, hijo del recordado entrenador Miguel Ángel Russo, decidió jugar ante Newell’s apenas un día después del fallecimiento de su padre. “Él hubiera querido que juegue”, expresó tras marcar el 1-0 en Rosario.
De todos los homenajes realizados en memoria de Miguel Ángel Russo, el más especial fue el que protagonizó su hijo Ignacio. “Si no juego, se levanta y me caga a puteadas”, había dicho Nacho durante el velatorio en la Bombonera, dejando claro que su manera de honrarlo sería dentro de una cancha.
Con apenas 24 años, el delantero decidió jugar para Tigre ante Newell’s en el estadio Coloso Marcelo Bielsa. Con el permiso del entrenador Diego Dabove, viajó a Rosario este mismo viernes y, durante el minuto de silencio en memoria de su padre, no pudo contener las lágrimas. Un rato más tarde, el destino le daría la posibilidad de rendirle el mejor tributo: convertir un gol.
El equipo de Victoria salió al campo con un brazalete negro en señal de duelo. Las cámaras de televisión siguieron a Russo desde su ingreso, y se lo vio sereno, concentrado y conmovido. Tras el saludo FIFA, se acercó al banco de suplentes de Newell’s para abrazar a Cristian Fabbiani, quien había publicado un sentido mensaje en redes sociales para recordar a Miguel.
“Siempre me ayudaste cuando necesitaba un consejo”
“Fuiste el primero en subirme a Primera. Fuiste el primero en apoyarme en mi enfermedad. Fuiste el primero que me ayudó como DT. Siempre me ayudaste cuando necesitaba un consejo. Todo mi respeto para vos, Miguel. Fuerza familia Russo”, había escrito el Ogro Fabbiani, emocionado.
El clima en el estadio se volvió aún más intenso cuando comenzó el minuto de silencio. En el círculo central, con los jugadores abrazados, Nacho no pudo contener el llanto. La imagen de sus compañeros acercándose a consolarlo recorrió las pantallas y redes sociales de todo el país.
Apenas segundos después, comenzó el partido, probablemente el más difícil de la carrera de Nacho. El delantero buscaba transformar el dolor en homenaje, cumpliendo lo que sentía como un deseo de su padre. “Él hubiera querido que juegue”, explicó.
El gol más emotivo de su vida
A los 21 minutos del primer tiempo, Tigre generó una jugada que quedará grabada en la memoria del fútbol argentino. David Romero desbordó por derecha, envió un centro hacia atrás y Nacho Russo definió con fuerza para marcar el 1-0. Inmediatamente, el joven atacante se quebró en llanto mientras sus compañeros lo abrazaban.
El estadio entero reconoció la emoción del momento. El gol se transformó en un símbolo: una despedida y una promesa, un gesto de amor hacia su padre, que supo dejar una huella profunda en el fútbol nacional.
Así, Nacho Russo honró la memoria de Miguel de la manera más fiel a su legado: jugando, con entrega, pasión y lágrimas. En el Coloso Marcelo Bielsa, su gol fue mucho más que un tanto; fue un mensaje eterno entre padre e hijo.
